El tratamiento conservador del lipedema requiere un enfoque integral que incluya la nutrición como eje fundamental. Aunque no existe una dieta única para curar esta patología, sí se ha demostrado que un abordaje nutricional adaptado puede contribuir significativamente a reducir la inflamación, disminuir el dolor, controlar la progresión del volumen y mejorar la calidad de vida de las pacientes.
En Clínica Brasó abordamos los fundamentos fisiopatológicos que justifican las recomendaciones dietéticas, los alimentos más indicados y aquellos que deben evitarse, así como los patrones alimentarios más eficaces en el contexto del tratamiento no quirúrgico.
Nuestro objetivo es ofrecer una visión práctica, sobre cuál es la dieta para el lipedema más adecuada en cada fase, siempre como parte de un abordaje multidisciplinar.
El lipedema es una enfermedad crónica del tejido conectivo que afecta el tejido adiposo, de base inflamatoria, caracterizada por una acumulación anómala y simétrica de grasa subcutánea, especialmente en extremidades inferiores y, en algunos casos, superiores.
A diferencia de la obesidad, esta acumulación no responde a la restricción calórica ni al ejercicio físico convencional, lo que refuerza la necesidad de adoptar una alimentación específica para el lipedema.
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Uno de los mecanismos clave en la fisiopatología del lipedema es la alteración de la microcirculación. Existe un aumento de la permeabilidad capilar, fragilidad vascular y disfunción endotelial, lo que favorece la extravasación de líquidos y la inflamación crónica del tejido adiposo. Esta inflamación persistente activa macrófagos y citoquinas proinflamatorias (IL-6, TNF-α), generando un entorno conocido como lipoinflamación, que perpetúa la acumulación grasa y el dolor.
Desde la perspectiva nutricional, este proceso se puede modular a través de una dieta antiinflamatoria, rica en polifenoles, omega 3 y antioxidantes, con el objetivo de reducir la carga inflamatoria sistémica y mejorar la función vascular.
En fases más avanzadas, el lipedema puede coexistir con linfedema (lipolinfedema), debido a la sobrecarga crónica del sistema linfático. Este componente favorece la aparición de edema y sensación de pesadez. Una alimentación baja en sodio, con alto contenido en potasio y una correcta hidratación puede ayudar a controlar este componente edematoso.
El tejido adiposo implicado en el lipedema no solo actúa como reservorio energético, sino como órgano endocrino activo. La secreción alterada de adipocinas (como leptina y adiponectina) puede contribuir a la resistencia a la insulina, dificultando la regulación metabólica y favoreciendo el almacenamiento graso.
Por este motivo, controlar la glucemia mediante una alimentación de bajo índice glucémico es un pilar clave en la dieta para el lipedema, especialmente en pacientes con sobrepeso o síndrome metabólico asociado.
Entender estos fundamentos fisiopatológicos permite personalizar la estrategia nutricional. En la Clínica Brasó, el plan dietético se adapta a cada paciente en función de su estado clínico, comorbilidades y respuesta inflamatoria, como parte de un tratamiento conservador basado en experiencia clínica.
El patrón dietético más adecuado en pacientes con lipedema es aquel que contribuye a reducir la inflamación sistémica de bajo grado, modulando la actividad de citoquinas proinflamatorias como la interleucina-6 (IL-6) o el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), ambos involucrados en la progresión de la lipoinflamación y el dolor crónico.
Al ser uno de los síntomas más limitantes, el dolor es un síntoma persistente en pacientes. En un ensayo clínico reciente, las pacientes que siguieron una dieta personalizada experimentaron una reducción del dolor de hasta un 33 % en solo 8 semanas, medida en escala VAS, según el Obesity Research Journal.
Una dieta antiinflamatoria bien planificada puede mejorar el entorno metabólico, disminuir el edema y optimizar la respuesta al tratamiento conservador. En el contexto de la dieta para el lipedema, se recomiendan los siguientes grupos de alimentos:
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Diversos estudios han señalado que muchas pacientes con lipedema presentan alteraciones en el metabolismo de la glucosa, especialmente en estadios avanzados o en casos con sobrepeso asociado. La resistencia a la insulina favorece la expansión del adipocito, incrementa el almacenamiento de lípidos y estimula una respuesta inflamatoria crónica, lo que puede agravar la sintomatología y dificultar el control del volumen.
Por ello, una de las prioridades de la dieta para el lipedema es mantener una respuesta glucémica estable, evitando picos de insulina que puedan acelerar la progresión del cuadro clínico. Las estrategias más recomendadas incluyen:
Hay además algunos alimentos que debes evitar o que tienes algunas prescripciones médicas, estas son:
Uno de los signos más característicos del lipedema es la presencia de edema intersticial, especialmente en piernas y tobillos. Aunque este edema no siempre deja fóvea (no es depresible), genera sensación de pesadez, tensión y aumento del volumen, dificultando la movilidad y afectando la calidad de vida. A diferencia del linfedema, este componente edematoso en el lipedema puede mejorar con ciertos ajustes dietéticos.
Dentro del enfoque nutricional, se recomiendan las siguientes estrategias:
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Además del patrón dietético general, ciertos micronutrientes y fitonutrientes han demostrado tener un papel relevante en el abordaje del lipedema por su capacidad para modular la inflamación, mejorar la función vascular y proteger el tejido conectivo. En el contexto de una dieta para el lipedema, su incorporación puede potenciar los beneficios del tratamiento conservador y mejorar la sintomatología a medio y largo plazo:
Los niveles bajos de vitamina D son frecuentes en pacientes con lipedema y se asocian a mayor inflamación, dolor y disfunción vascular. Este micronutriente interviene en la modulación del sistema inmune y en la integridad del tejido conectivo. Su suplementación, siempre bajo control médico, puede mejorar el perfil inflamatorio y apoyar el tratamiento conservador.
Compuestos como el resveratrol, la quercetina o el extracto de semilla de uva destacan por su efecto antioxidante y antiinflamatorio. Estos fitonutrientes, presentes en frutas y vegetales, pueden ayudar a reducir el estrés oxidativo vascular y mejorar la microcirculación, lo que los convierte en aliados en el manejo nutricional del lipedema.
No existe una única dieta para el lipedema válida para todas las pacientes. La elección del patrón alimentario debe adaptarse al estadio clínico, perfil metabólico, nivel de inflamación y comorbilidades. A continuación, presentamos los enfoques dietéticos más utilizados en el tratamiento conservador, siempre bajo supervisión profesional:
La reducción marcada de carbohidratos permite inducir una cetosis nutricional leve, en la que el organismo utiliza cuerpos cetónicos como fuente principal de energía. Este estado metabólico se ha asociado a una disminución de la inflamación sistémica, mejora de la sensibilidad a la insulina y reducción del apetito. En pacientes con lipedema, puede ser útil para controlar el volumen, mejorar el perfil metabólico y aliviar síntomas, siempre bajo seguimiento médico y sin comprometer el estado nutricional.
En pacientes con lipedema que siguieron una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas saludables (LCHF), se observó una reducción media del 12,9 % del peso corporal, sin comprometer la masa muscular. Esto equivale a una pérdida de hasta 10 kg en menos de siete meses, de acuerdo a un estudio publicado por la PubMed Central.
Este enfoque dietético se basa en un alto consumo de omega 3, antioxidantes y grasas saludables (como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos y pescado azul). A diferencia de otras dietas restrictivas, no es necesariamente hipocalórica, sino que se adapta al nivel de actividad física y al estado clínico de cada paciente. En el contexto del lipedema, favorece la regulación inflamatoria, mejora la salud vascular y contribuye al bienestar general sin comprometer la energía ni la masa muscular.
Un plan nutricional para el lipedema debe ser siempre personalizado, teniendo en cuenta la fase de la enfermedad, el perfil metabólico y las necesidades específicas de cada paciente. Para ello, es fundamental contar con un equipo multidisciplinar que integre valoración médica, fisioterapia especializada y nutrición clínica basada en evidencia.
En Clínica Brasó, abordamos el lipedema desde una perspectiva integral y actualizada, optimizando cada fase del tratamiento conservador con el objetivo de mejorar tu calidad de vida.
Si ha sido diagnosticada de lipedema o presenta síntomas compatibles, pide cita con nuestro equipo y empieza a recuperar tu bienestar desde hoy.
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